jueves, 5 de diciembre de 2013

Muere a los 95 años Nelson Mandela; una vida impecable marcada por turbulencias privadas

Johannesburgo, 6 dic (EFE).- El expresidente de Sudáfrica Nelson Mandela ha muerto a los 95 años de edad, anunció hoy el actual jefe de la nación, Jacob Zuma.
Según comunicó esta noche en una alocución a través de la televisión y la radio públicas, Mandela falleció a las 20.50 horas del jueves en compañía de su familia.
"Ha muerto en paz, nuestra nación ha perdido al más grande de sus hijos y a un padre", informó Zuma a las 12.50 horas de hoy.
Tres horas antes del anuncio, los alrededores de la casa de Mandela se llenaron de ciudadanos y medios de comunicación que se anticiparon a la noticia.
"Nuestros pensamientos están con los millones de personas en todo el mundo que abrazaron como propio Madiba -tal y como se le conoce popularmente en Sudáfrica-", agregó Zuma.
"Sabíamos que este día llegaría , pero puede disminuir nuestro sentido de pérdida profunda y duradera", añadió.
Mandela fue ingresado en estado grave el 8 de junio por una recaída de una infección pulmonar, y su estado pasó a ser crítico el 23 de junio.
Pese a las mejoras comunicadas por la familia y la Presidencia desde entonces, el pronóstico del mandatario no mejoró.
Mandela se convirtió en 1994 en el primer presidente negro de la historia de Sudáfrica y lideró, junto a su antecesor en el cargo y último líder del "apartheid", Frederik De Klerk, una transición democrática que evitó una guerra civil entre blancos y negros en el país austral.
Había salido de prisión cuatro años antes, tras pasar encarcelado 27 años por sus actividades contra el régimen segregacionista, en cuyas cárceles contrajo los problemas respiratorios que le han provocado la muerte.
"Lo que hizo a Nelson Mandela grande fue precisamente lo que le hizo humano. Vimos en él lo que buscamos en nosotros mismos. Siempre te querremos Madiba. Que tu alma descanse en paz", se despidió el presidente de Sudáfrica.
UNA VIDA IMPECABLE PÚBLICA MARCADA POR LAS TURBULENCIAS PRIVADAS 
Nelson Mandela, lamentó a menudo que su compromiso con su pueblo le obligó a descuidar en cierto modo a su familia, cuyas polémicas y disputas internas marcaron los últimos meses de vida del expresidente.
Mandela tuvo devoción por un solo partido -el Congreso Nacional Africano (CNA)- y, casi desde el principio, un credo no racial y democrático que siguió siempre, sin vacilaciones.
En el ámbito privado, en cambio, los rigores de la lucha contra el régimen de segregación racial del "apartheid" hicieron más azarosa su vida personal.
"Me di cuenta de que la lucha consumía todo el tiempo. Un hombre involucrado en la lucha era un hombre sin vida familiar", admitió Mandela en su autobiografía "El largo camino hacia la libertad".
Además, el infortunio golpeó con saña al antiguo estadista, que vivió dos divorcios y vio morir a tres hijos.
Los destinos de Madiba -como se conoce popularmente en su país al expresidente- y su primera esposa, Evelyn Mase, se separaron en 1958, debido, en parte, al activismo de Mandela.
Evelyn soñaba una vida tranquila en el Transeki, la región originaria de ambos en la actual provincia del Cabo Oriental (sureste), pero su marido parecía llamado a más altas responsabilidades, y su ferviente actividad política y su voluntad de permanecer en Johannesburgo precipitaron la ruptura.
Tampoco tuvo la pareja fortuna con los hijos: la primera hija, Makaziwe, falleció en 1948 al poco de nacer; el varón Thembekile perdió la vida en 1969 en un accidente y su hermano Magkatho murió en 2005 como consecuencia del sida.
Del matrimonio solo sobrevivió la segunda hija, Makaziwe, bautizada en honor a su fallecida hermana.
En 1958 Mandela se volvió a casar enamoradísimo de Winnie Madikizela, con quien tendría dos hijas, Zenani y Zindzi, y compartiría las penalidades de la clandestinidad.
Sin embargo, su vida en común se vio truncada en 1962, cuando Mandela fue encarcelado por sus acciones contra el "apartheid".
Durante sus 27 años en prisión, Winnie fue su apoyo personal y político y el primer motivo privado, junto a sus hijas, para resistir en cautividad.
Al ser liberado en 1990, el héroe público encontró en casa una mujer fría y distante, que ni siquiera dormía ya con él y le había engañado con un guardaespaldas, lo que desembocó en 1996 en su segundo divorcio.
Madiba se volvió a casar en 1998, a los 80 años, con la viuda del presidente mozambiqueño Samora Machel, Graça Machel, 27 años más joven que él y a quien Winnie llamó -con algo de rencor- "esa concubina".
En los últimos meses de vida del exmandatario, Machel no se separó del hombre "solitario" a quien hizo feliz y fue la más alabada por su discreción, frente a las estridencias de otros miembros de la familia Mandela.
El pasado junio, mientras el expresidente se hallaba hospitalizado en estado grave, la división de su familia se evidenció en público.
Makaziwe y otros quince integrantes del clan Mandela -entre ellos la propia Machel- solicitaron ante la Justicia el retorno de los restos de los tres hijos difuntos de Madiba al lugar del que los había desenterrado Mandla -nieto mayor del expresidente- dos años antes.
La iniciativa del grupo desvelaba que Mandela había exhumado los huesos en la localidad de Qunu (suroeste) sin permiso de sus tías y los había enterrado en la cercana Mvezo.
Qunu es el pueblo donde Mandela creció, vivió hasta enfermar y em el que quería ser enterrado.
En Mvezo nació Mandela y allí es jefe tradicional Mandla, enfrentado a Makaziwe por el control del clan.
La disputa se resolvió el 4 de julio, cuando, aplicando la decisión judicial, los restos de los tres hijos de Mandela -entre ellos el padre de Mandla, Makgatho- retornaron a Qunu.
No era, sin embargo, la primera batalla legal que enfrentaba a la familia.
El pasado abril, diecisiete miembros del clan liderados por Makaziwe y Zenani iniciaron una acción legal para lograr el control de dos empresas fundadas por su padre.
Los demandantes pedían el cese como directores de dos compañías de gestión del patrimonio del expresidente de un antiguo abogado de Madiba y de dos de sus excamaradas políticos.
Las hijas cuestionan que fuera su padre quien nombrara al exministro Tokyo Sexwale y al abogado George Bizos, ambos exactivistas "antiapartheid", así como al letrado Bally Chuene, en puestos de dirección de estas sociedades.
Las compañías gestionan el dinero que genera una serie de obras de arte que plasman las huellas de las manos de Nelson Mandela.
El proceso, aún abierto, supone un ataque de los Mandela a algunas de las personas más cercanas a Madiba durante su vida.
Las rencillas públicas de los Mandela escandalizaron a muchos sudafricanos, entre ellos el arzobispo emérito de Ciudad del Cabo y premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu, quien exigió con dureza que se dejara de "escupir en la cara" al expresidente.
DEJA UNA SUDÁFRICA AÚN MARCADA POR LAS DIFERENCIAS RACIALES
Nelson Mandela deja una Sudáfrica marcada aún por las diferencias raciales y las desigualdades, pese a toda una vida de sacrificios para lograr una sociedad "igualitaria, no racial y no sexista".
El 10 de mayo de 1994, Mandela juró el cargo como primer presidente negro del país, tras las primeras elecciones libres de Sudáfrica.
El entonces líder del Congreso Nacional Africano (CNA) dio ese histórico paso tras una larga lucha contra el régimen de segregación racial del "apartheid", impuesto por la minoría blanca del país, que le recluyó durante 27 años en prisión.
El preso político más famoso del mundo, premio Nobel de la Paz en 1993 y símbolo de la lucha por los derechos humanos y la igualdad racial, pudo llevar a cabo una de las transiciones políticas más pacíficas de África, donde la revancha y las venganzas partidistas fueron sustituidas por la reconciliación y la convivencia.
El hombre que "luchó contra la dominación blanca y la dominación negra", como él mismo aseguró en el juicio de Rivonia de 1964, cuando fue condenado a cadena perpetua, inauguró una nueva Sudáfrica que aspiraba a ser "igualitaria, no racial y no sexista".
Esos principios siguen inspirando la política del país, pero en la práctica Sudáfrica está lejos de haber superado décadas de discriminación racial, y el legado de Mandela pierde fuerza, desdibujado por el paso del tiempo, las desigualdades económicas y los mensajes populistas de los líderes actuales.
"Sudáfrica es una sombra de la nación que fue bajo el mandato de Mandela, la nación que triunfó sobre el apartheid e inició la curación de las heridas", ha escrito la columnista Ranjeni Munusamy, del diario sudafricano "Daily Maverick".
"Desde 1999, la reconciliación se ha desvanecido en favor del objetivo de alcanzar el poder político", añade Munusamy en el artículo "El final de la nación de Mandela", publicado en 2012.
No obstante, como comenta a Efe Lucy Holborn, investigadora jefe del Instituto de Relaciones Raciales de Johannesburgo, "se han producido algunos avances, pero sigue habiendo mucho que hacer en el desarrollo social y económico".
En opinión de Holborn, "existe una igualdad formal, pero no hay una igualdad real en lo que se refiere a la propiedad, los ingresos o la riqueza".
"Los sudafricanos -explica- siguen identificándose a sí mismos por razas, en parte por las políticas de discriminación positiva, que siguen clasificando a los ciudadanos según los grupos raciales que usaba el apartheid: blancos, indios, negros y mestizos".
"Mucha gente -agregó la investigadora- recuerda el papel que jugó Mandela, pero en la población negra crece el sentimiento de que dieron el perdón a los blancos y, sin embargo, siguen marginados".
Ese sentimiento aflora en ocasiones, como la del 29 de mayo de 2012, cuando cientos de sudafricanos negros se congregaron ante una galería de Johannesburgo que exhibía un polémico cuadro que mostraba al presidente del país y líder del CNA, Jacob Zuma, con los genitales al descubierto.
"Los blancos odian a los negros" o "No vamos a ser tratados como seres inferiores" fueron algunas de las consigas de los manifestantes, incluidos dirigentes del CNA, en alusión al autor de la obra, el artista sudafricano blanco Brett Murray.
Aunque la presidencia de Mandela (1994-1999) "se ve a menudo de color de rosa", esa visión "enmascara muchos de los grandes desafíos que tiene esta nación", dijo a Efe Piers Pigou, miembro de la Comisión de la Reconciliación y la Verdad, dirigida por el arzobispo emérito Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz en 1984.
Pigou cree que la época de Mandela en el Gobierno fue una especie de "alto el fuego", pues sólo se abordaron "los más flagrantes abusos del apartheid" pero no se desarrolló "un verdadero diálogo sobre la reconciliación".
Por otro lado, el CNA, partido en el poder desde que Mandela lo llevara a la Presidencia en 1994, domina aún el panorama electoral gracias a su contribución a la democracia, si bien ha perdido apoyo en los últimos comicios debido a los escándalos de corrupción.
Un discurso que apela cada vez más a las cuestiones raciales y su apuesta por una "segunda transición" en el país africano ha hecho que activistas como Mamphela Ramphele, que luchó junto a Mandela contra el "apartheid" y creó recientemente el partido político "Agang" (Construir), haya acusado al CNA de traicionar su herencia.
Además, el "héroe" sudafricano deja detrás una disputa entre el Estado, el Centro de la Memoria de Nelson Mandela, sus descendientes y el propio CNA, que pugnan por la gestión del recuerdo de Nelson Mandela, así como sus derechos de autor e imagen.
Se trata de un legado en el que "todos quieren tener una parte", declaró a Efe uno de los fotógrafos oficiales de la familia Mandela.
Por lo pronto, "su muerte reavivará su memoria, la importancia de su tarea y su mensaje de reconciliación", señaló la investigadora del Instituto de Relaciones Raciales.
"Después -vaticinó Holborn-, los sudafricanos volverán a su vida cotidiana, y continuará el desmoronamiento de su legado".

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